Era una niña cuando leí por primera vez "El Principito". No puedo decir que ha sido mi libro de cabecera, aunque lo he leído más de treinta veces, solo por placer. Me gusta algo en particular, el acuerdo entre el zorro y el principito. Ellos hablan y solo cuando los dos saben que crear lazos los puede llevar a que más adelante los dos sufran por la posibilidad de la despedida, solo entonces inician su mutua domesticación.
Crear lazos en la edad adulta es más difícil. Porque uno sabe a qué se enfrenta. Crear lazos es abrir la vida de uno y ponerla a disposición del otro. Es conocer lo bueno y lo malo y aún así amar. No es facil crear lazos.
Pueden romperte el corazón. O puedes rompérselo a alguien más.
Mas, también es posible que esos lazos nunca tengan que romperse, sino que que pueden engrosarse, fortalecerse, abrazar a otros.
Es un azar. Es un riesgo crear lazos.
Los tutores, si lo somos de Vocación, creamos lazos. Y, cuando estos se rompen, nos duele.
jueves, 13 de mayo de 2010
miércoles, 27 de enero de 2010
El secreto de la confidencia
Tal como la humildad es un valor que perdemos en cuanto decimos poseerla; la capacidad de mantener el secreto de la confidencia, o la obligación ética que por profesionalismo o vocación mantenemos, se ve en peligro al encontarnos en la encrucijada de guardar un secreto que nos ha sido confiado dentro de las paredes de tutoría o contarlo, para así salvarnos de posibles consecuencias que nos podrían perjudicar e inclusive poner en tela de juicio nuestra labor.
Los y las estudiantes suponen que el tutor o tutora nunca contarán aquello que les confían. Nosotros debemos sopesar la importancia de cada confidencia, e inclusive valorar si es que aquello que nos cuentan los estudiantes es o no verdad o si es un intento de manipular las situaciones.
¿Cómo hacer este balance?
- Tenemos que encontrarnos muchas veces con los y las estudiantes en los espacios abiertos, de la institución educativa; en espacios que nos den la posibilidad de observar sus actitudes, sus tendencias, sus palabras. Conocerlos.
- Debemos conocernos a nosotros mismos, saber qué nos afecta y frente a esto ser firmes y siempre objetivos.
- La confidencialidad es un valor siempre. Debemos guardar el secreto que nos fue confiado siempre. Y, si es necesario informar sobre posibles situaciones de peligro en el que estén involucrados los estudiantes, sus familiares o compañeros, derivar a las personas competentes, con los datos suficientes y preservando la dignidad y derecho a tener un secreto.
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